25 de noviembre de 2024

La bonita conformidad

Por Oscar Díaz Salazar

La razón principal de mi malestar con el PRI y con los priistas, es que hicieran trampa para mantenerse en el poder. Que en el origen hubiera un fraude electoral, neutralizaba, -para mí-, cualquier acción o política que implementarán, por buenas que estas fueran.

Por esa forma de conservarse en el poder, que por muchos años emplearon los priistas, afirmo que la política en Tamaulipas, hasta el año 2016 con el triunfo de Cabeza de Vaca y el PAN, no era un tema de izquierdas y derechas, no era un asunto ideológico (aunque siempre han estado ahí los militantes y simpatizantes de causas, ideas y partidos), pues la lucha era entre los priistas y los que querían (queríamos) derrotar a los priistas, para que en lo sucesivo el relevo de autoridades fuera democrático.

Porque mi modesta y breve participación política fue con los contrarios al PRI, mi militancia en el PRD y mi acompañamiento a los panistas, me parecen cínicos los priistas que hoy están en el gobierno (supuestamente) de morena, y se expresan negativamente y con aires de superioridad moral, del PAN y del PRD y de sus militantes y simpatizantes.

Ahora resulta que los priistas ya están purificados y son mejores que quienes hicieron posible el gobierno del que hoy forman parte. Muy conveniente para esos emisarios del pasado ha resultado apropiarse de la narrativa que tal vez tenga validez en CDMX, pero que definitivamente no explica lo que ocurre en el Estado.

Pero veo que ya me extendí mucho en los párrafos iniciales que pretendían hacer notar, por contraste, que hoy no hay quejas por fraude electoral, y si las hay, son mínimas, sin el volumen y la estridencia que estos procesos tenían en el pasado.

Quiero pensar que hoy las elecciones son más limpias, más parejas, más legales, más equitativas y que los contendientes confían en las autoridades que organizan los procesos electorales así como en las que imparten justicia en las querellas post electorales. De no ser así, tendríamos que sospechar del silencio en el que se mantienen ex candidatos como Oscar Almaráz y Yalheel Abdala, que perdieron por muy pocos votos la elección, en la fase del escrutinio y cómputo.

La leyenda dice que en otras ocasiones los candidatos derrotados eran resarcidos con una especie de reintegro en la lotería, pues les pagaban el costo de la campaña y un bono «democrático» para no cuestionar los resultados electorales.

Haiga sido, como haiga sido, lo cierto es que con el gobierno de la cuatrote, se han eliminado las querellas por fraude electoral, y eso es bueno para la democracia.