25 de noviembre de 2024

Al Vuelo/ Por Pegaso

Bacanal

(30-Julio-2024).- Ahora resulta que la escena de los “drag’s queen” en la apertura de los Juegos Olímpicos no fue una representación de la “Última Cena”, de Leonardo Da Vinci, sino de un bacanal romano.

Según la definición de “banacal”, se trata de una fiesta popular romana de Baco, basada en las fiestas dionisíacas griegas. Se le considera el antecedente de las orgías que más tarde se popularizaron en las cortes francesas.

Fíjense bien, mis dos o tres fieles lectores: El tipo de azul que aparece sobre la mesa representa a Baco, el dios romano del vino, equivalente al más antiguo dios griego Dionisos.

Así que, si nos vamos a comparar con “La Última Cena”, los bacanales son mucho más antiguos, casi 200 años antes de que naciera Cristo y más de 1,500 antes, si hablamos de los festejos dionisíacos.

La verdad, la verdad, todos nos fuimos con la finta al principio.

Hasta yo, Pegaso, que soy muy proclive a analizar con lupa cada tema que trato en esta morrocotuda columna.

Pero es que sí se parecía de a madre a “La Última Cena”. Hasta la gordis de en medio parece que busca parodiar a Cristo, solo que con un círculo semejante al virus de COVID-19 sobre la cabeza y las manos haciendo la señal del corazón.

Ya después de las explicaciones que dieran los organizadores de la fiesta de apertura de los JJOO, como que nos cayó el veinte y vemos que lo que quisieron expresar era el espíritu de la antigua Grecia, aunque en realidad lo que se hizo fue traer a la memoria un bacanal romano.

Y la Iglesia católica puso el grito en el cielo, literalmente.

Los mismos participantes pidieron disculpas al mundo por el parecido de su puesta en escena con el célebre cuadro de “La Última Cena” y como que más o menos lo arreglaron.

Pero ahí está la polémica: ¿Es o no una bacanal? ¿Cuál fue la intención de los organizadores de presentar algo tan grotesco y de mal gusto en vivo y con cobertura mundial?

Si querían armar polémica, ahí la tienen servida.

Pienso, como Pegaso pacifista, que el mundo no debe seguir gastando esfuerzos en cosas tan triviales como esa, mientras que en varios puntos “calientes” la violencia escala y es casi inminente el estallido de un gran conflicto global.

Vi un video donde unos cuates corren hasta donde están colocadas las banderas de los países participantes, en algún estadio, y arrancan la de Israel.

El espíritu de la guerra y la intolerancia cabalgan sobre la faz de La Tierra ¿y nosotros pensando que es una blasfemia representar la “Última Cena” con unos simpáticos jotitos vestidos como “drag’s queen”?

Incluso en nuestro hemisferio, en América Latina, los ánimos se están calentando. Con el fraude cometido por Nicolás Maduro en Venezuela para elegirse por tercera ocasión consecutiva y la explosiva condena del Presidente Argentino Javier Milei, la mesa está servida para que esas naciones lleguen a un enfrentamiento militar.

Dos locos al frente de sus respectivos países no es buen augurio. Ya lo dijo Maduro, al responder a la postura de Milei: “¡A mí me haces los mandados y te comes los pilones!”. (Nota de la redacción: Bueno, no dijo eso exactamente, pero lo hemos traducido al idioma mexicano).

En fin, el mundo está loco, loco; se dirige al precipicio mientras ve para arriba, exactamente como la carta del Tarot llamada precisamente “El Loco”.

Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “¡A ingerir y a libar, que la existencia llegará a su fin!” (¡A comer y a tomar, que el mundo se va a acabar!)