Fuente: Expansión – Diana Nava
Ciudad de México (22 de noviembre de 2024).- Gustavo Baquero, director de la empresa, confía en Harbour Energy y su robusto portafolio en el país, incluido Zama, considerado indispensable para que Pemex mejore sus cifras de producción.
Gustavo Baquero tiene en el rostro un optimismo difícil de encontrar en alguien que lidera una petrolera privada en el mercado mexicano. No vivió las convulsiones que causaron en el sector energético los cambios sorpresivos a las legislaciones en el sexenio pasado ni la ola de amparos que han paralizado algunas inversiones.
Aún hay pocas certezas para la industria. En octubre pasado fue aprobada en el Senado una iniciativa que modificará el funcionamiento de las empresas estatales y la dinámica del sector.
De su magnitud poco se sabe, aunque el mercado no será el mismo. La reforma energética de 2013 ha quedado sepultada. Pero Baquero dice estar confiado porque Harbour Energy, la gigante petrolera que lidera en el país, tiene un portafolio robusto, que incluye Zama. Incluso algunos analistas creen que la firma puede estar tranquila y que cualquiera dentro del sector puede dar por sentado que Pemex la necesita para sumar números a sus niveles de producción.
La estatal creyó que podría avanzar sin las compañías privadas y en el sexenio pasado dio un portazo a las petroleras como señal de un optimismo con poco sustento. El gobierno supuso que la ahora empresa pública –como se denomina después de la última reforma– podría aumentar su producción, saldar sus deudas, incrementar sus reservas, dar dinero al Estado y un sinfín de objetivos incumplidos por parte de una compañía rebasada en pasivos.
Pero una producción sin despuntar y un movimiento en particular cambiaron esa premisa. La razón detrás de ello es Zama, un campo descubierto en 2017 y definido por la mayoría de los analistas como “el activo más grande que actualmente tiene la petrolera en su portafolio”; y, por ahora, solo al lado del campo Trión, la única esperanza de gran magnitud que tiene para aumentar –o, al menos, mantener– sus números de producción.
Zaap, Quesqui y Tupilco Profundo, todos en la cima de la lista de sus campos que más producen, suman meses en declive y la tendencia no da señales de revertirse. Entonces, Zama se ha vuelto indispensable.
El proceso
A cada pregunta que se le hace, Baquero contesta de manera inmediata con una sonrisa que precede siempre una amplia respuesta. No se niega a responder ningún punto y coloca de manera regular una premisa: mientras otras compañías están en camino a la transición, Harbour continúa con el plan que ha ideado desde que se gestó hace una década, invertir en hidrocarburos.
Y en ese punto, en cuanto a las reservas, asegura que México tiene un papel “importantísimo”; que no cree en la necesidad de nuevas rondas petroleras, a diferencia de otros directivos.
“Si quieren o no tener más rondas, es una decisión soberana de México”, dice. “México no tiene tiempo para esperar y ensartarnos un debate que va a tener un impacto en 10 años. Para mí, donde tenemos que poner el foco es en lo que ya está descubierto y empezar a tomar esas decisiones de inversión en los próximos meses”, asegura el directivo.
La inglesa –denominada así porque está listada en la Bolsa de Londres– ni siquiera existía cuando la reforma energética de hace dos sexenios se esbozaba. Y ahora es una de las principales productoras privadas.
No participó en ninguna de las rondas. Tuvo su origen en 2014 como una compañía apoyada por fondos de inversión privados, pero sin activos por desarrollar y llevar a producción, aunque siempre con el objetivo fijado en petróleo y gas. En cambio, optó por un camino más corto y quizá con menos riesgo: comprar algunos que ya producían.
Así, Harbour se hizo de sus primeros dos activos en el mar del Norte británico, entre 2017 y 2019, que involucraron alrededor de 6,000 millones de dólares y a los gigantes Shell y ConocoPhillips. Dos años después, ya en el sexenio obradorista, llegó su incursión a México, con la compra de la petrolera Premier Oil que ya estaba en el consorcio original que descubrió Zama y del que, por cierto, poco queda.
En solo ocho años –de 2014 a 2021–, Harbour ya era una petrolera que reportaba una producción mundial de 175,000 barriles diarios. En 2024, con la compra de Wintershall Dea, por 11,200 mdd, ese volumen llegó a los 470,000 barriles diarios.
No era un secreto que los dueños del gigante alemán –incluida la también alemana petroquímica BASF, el principal accionista de Wintershall– estaban buscando formas de monetizar y entonces Harbour apareció en la escena y adquirió todos los activos, excepto los ubicados en Rusia. “Aquí lo interesante era que ambos estábamos en Zama”, dice el directivo.
Baquero asumió la dirección de la petrolera en el país hace apenas un par de meses, y, probablemente, de ahí viene la calma de quien también es vicepresidente ejecutivo de la compañía y que, hasta hace poco, vivía en Noruega. Era el jefe de estrategia y de fusiones y adquisiciones de Harbour en el momento en el que compró Wintershall Dea. No participó desde el inicio, pero lideró la parte final de la transacción, un paso que parece natural si se considera que México era un mercado incluido en la compra, ya que la firma era socia de Pemex en Zama.
NOTAS RELACIONADAS
Petróleo se encamina a cerrar la semana con alzas de 5% por recrudecimiento de la guerra en Ucrania
CNH aprueba Programa de Transición del Campo Puk
Pemex y CFE ya no competirán como iguales: analistas