(19-Marzo-2025)
Investigación Especial
Por Alberto González Káram
• Recuperación de empresas públicas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) para fortalecer sectores eléctrico e hidrocarburos
• México líder mundial con estrategia económica de la Fase 1: Consolidación (2025-2030), Fase 2: Expansión (2030-2035) y Fase 3: Liderazgo (2035-2040)
La recuperación de las empresas públicas se inicia con el Decreto Presidencial publicado el 18 de marzo de 2025 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que representa un cambio en el marco normativo del sector energético mexicano.
El nuevo Decreto Presidencial busca redefinir el rol del Estado en la gestión de los recursos energéticos, fortalecer a las empresas públicas como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), y establecer una visión estratégica hacia la sostenibilidad y soberanía energética.
La importancia, trascendencia y visión de futuro del nuevo Decreto Presidencial surge como una respuesta a las reformas energéticas de 2013-2014, que priorizaron la participación del sector privado en detrimento del control estatal.
Las nuevas leyes reafirman a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) como empresas públicas estratégicas, otorgándoles un papel central en la planeación, control y operación de los sectores eléctrico e hidrocarburos. Esto implica un giro hacia la rectoría del Estado, con el objetivo de garantizar el acceso a la energía como un derecho social y no solo como una mercancía.
La inclusión de leyes específicas sobre biocombustibles, geotermia y transición energética señala un reconocimiento de la necesidad de la diversificación energética y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Las nuevas reformas al Fondo Mexicano del Petróleo y a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal buscan alinear los recursos financieros y la estructura gubernamental con esta visión del futuro, asegurando que los ingresos energéticos se destinen al desarrollo nacional.
La trascendencia del nuevo Decreto Presidencial radica en su impacto a largo plazo en la economía, sociedad y medio ambiente de México, lo que permitirá fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex), se pretende revertir la pérdida de control sobre el Sistema Eléctrico Nacional y la explotación de hidrocarburos, que había sido delegada en gran medida a privados, cuyos resultados fueron un rotundo fracaso, a fin de traducirse en mayor estabilidad en los precios de la energía en beneficio para la mayoría de la población y las diversas actividades económicas de la industria, comercio, turismo, agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y servicios.
La Ley de Planeación y Transición Energética introduce un marco para equilibrar la explotación de recursos tradicionales con la adopción de fuentes renovables, lo que posiciona a México ante los retos globales del cambio climático.
Las leyes de Biocombustibles y Geotermia abren la puerta a una mayor inversión en tecnologías limpias, lo que podría reducir la huella de carbono del país y cumplir con compromisos internacionales.
La creación de la Ley de la Comisión Nacional de Energía y las reformas administrativas refuerzan la capacidad regulatoria del Estado, dotándolo de herramientas para supervisar y coordinar un sector energético más complejo y diversificado.
El Decreto Presidencial proyecta una visión de futuro en la que México busca recuperar su soberanía energética mientras transita hacia un modelo más sostenible. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) son fundamentales para la economía mexicana, ya que los sectores eléctrico e hidrocarburos son pilares del Producto Interno Bruto (PIB) en México, debido que se orientan al fortalecimiento de las empresas estatales como motores de desarrollo, pero también plantea desafíos: su eficiencia operativa y financiera será clave para que esta estrategia sea viable sin caer en subsidios insostenibles.
La transición energética delineada en las nuevas leyes apunta a un equilibrio entre el aprovechamiento de los recursos existentes de petróleo y gas, como la incorporación de energías renovables, cuyo éxito dependerá de la implementación efectiva de políticas públicas, inversión en infraestructura y capacidad de innovación tecnológica.
En la implementación de la Ley de Biocombustibles y la Ley de Geotermia, se podría posicionar a México como líder regional en energías alternativas, siempre que se acompañen de incentivos claros para el sector privado y la investigación.
Las reformas al Fondo Mexicano del Petróleo reflejan una intención de utilizar los ingresos energéticos como palanca para el desarrollo económico y social, aunque esto requerirá una gestión transparente y eficiente para evitar los errores del pasado, como la corrupción o el desvío de recursos.
El Decreto Presidencial del 18 de marzo de 2025 es un paso audaz para reconfigurar el sector energético mexicano bajo un modelo de mayor control estatal, sostenibilidad y planeación estratégica. Su importancia radica en la redefinición del papel del Estado y las empresas públicas; su trascendencia, en el potencial para transformar la economía y el acceso a la energía; y su visión de futuro, en la búsqueda de un equilibrio entre soberanía y modernización energética, cuyos resultados dependerán de la capacidad del gobierno para ejecutar estas leyes de manera eficiente, transparente y adaptable a los retos mundiales.
La gran relevancia para el futuro de México consiste en redefinir el marco regulatorio del sector energético y establecer las bases para una transición hacia un modelo más sostenible y soberano.
El éxito dependerá de la capacidad del gobierno para implementar estas reformas de manera eficiente, equilibrando los intereses económicos, sociales y ambientales del país.
La transformación energética podría posicionar a México como un líder regional en los sectores eléctrico e hidrocarburos, siempre y cuando se aborden los desafíos de financiamiento, tecnología y cooperación internacional.
El financiamiento es fundamental para la transformación energética, especialmente con la optimización de los ingresos del Fondo Mexicano del Petróleo al priorizar la reinversión en proyectos de transición energética de renovables, geotermia y biocombustibles e incluir un porcentaje fijo anual para investigación y desarrollo (I+D); emisión de bonos verdes que financien proyectos de energía limpia; y la reestructuración de la deuda de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex) al negociar plazos y tasas con acreedores internacionales, liberando recursos para inversión en modernización tecnológica y energías renovables, en lugar de solo mantener operaciones.
La innovación y adaptación de la tecnología para adoptar y desarrollar tecnologías avanzadas en los sectores eléctrico e hidrocarburos, equilibrando la explotación de recursos fósiles con la transición a renovables; crear centros de innovación energética en colaboración con universidades y empresas estatales, enfocados en biocombustibles, captura de carbono, almacenamiento de energía y eficiencia en redes eléctricas; en la transferencia tecnológica al establecer alianzas con países líderes en energías renovables como Alemania en solar o Noruega en hidroeléctrica para importar tecnología y capacitar personal mexicano, incluyendo licencias para turbinas eólicas o sistemas de geotermia adaptados a las condiciones geológicas de México; la digitalización del sector eléctrico al implementar redes inteligentes en el Sistema Eléctrico Nacional bajo la dirección de Comisión Federal de Electricidad (CFE), mejorando la eficiencia, reduciendo pérdidas y facilitando la integración de fuentes renovables intermitentes como la solar y la eólica; y la modernización de Petróleos Mexicanos (Pemex) al enfocarse en tecnologías de extracción más limpias como la captura de metano y diversificar su portafolio hacia hidrógeno verde o combustibles sintéticos, aprovechando su infraestructura existente.
En la cooperación internacional con alianzas estratégicas de México para integrarse a dinámicas globales y regionales de colaboración energética; Liderazgo en América Latina al lograr la alianza energética regional con países como Brasil, Colombia y Chile, compartiendo conocimientos en hidrocarburos de Petróleos Mexicanos (Pemex) y electricidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) mientras se impulsa un bloque de energías renovables para crear un mercado eléctrico regional integrado; Acuerdos bilaterales para exportar energía limpia a los Estados Unidos como electricidad solar del norte de México y recibir apoyo tecnológico y financiero, lo cual mitigaría tensiones comerciales relacionadas con el sector energético; Participación en organismos internacionales al aprovechar plataformas como la Agencia Internacional de Energía (IEA) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para obtener asesoría y certificaciones que posicionan a México como referente en transición energética; Cumplimiento de compromisos climáticos al alinear la Ley de Planeación y Transición Energética con los objetivos del Acuerdo de París, atrayendo fondos internacionales como el Fondo Verde del Clima para proyectos de descarbonización; y Estrategia integrada para el liderazgo regional que se integra por la Fase 1: Consolidación (2025-2030), Fase 2: Expansión (2030-2035) y Fase 3: Liderazgo (2035-2040).
México puede posicionarse como líder regional en los sectores eléctrico e hidrocarburos si combina una visión estratégica con acciones prácticas en financiamiento, tecnología y cooperación internacional, a fin de lograr y asegurar la soberanía energética y se convertiría en un modelo para América Latina.
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