Premio Luis García de Arellano
La batalla por la medalla Luis García de Arrellano, reconocimiento que otorga el Poder legislativo de Tamaulipas a personas que hayan hecho aportes trascendentes a la región y a la nación, es la viva imagen de lo que será la contienda parlamentaria en el futuro mediato e inmediato: el choque permanente de dos fuerzas equidistantes en poder y en capacidad política para expresarse en esa arena política.
El resultado de la votación para resolver a quién entregar la presea, quedó 18 votos a favor de la mantense, Josefina Guzmán Acuña contra 18 votos en apoyo al riobravense Medardo Treviño González.
Salomónica –nunca mas apegado el término– decisión: el pleno del Congreso, optó por entregar dos premios ante el empate que amenazaba con alargar la jornada de los diputados.
Una propuesta, iba respaldada por los legisladores del PAN; la otra, fue apuntalada por los diputados de MORENA a los cuales se unieron el MC –Gustavo Cárdenas– y el PRI –Edgar Melhem–.
¿Qué lectura debemos dar a esa polarización clara y a pares totalmente iguales?
Muy probablemente:
1.- La bifurcación de fuerzas en el poder legislativo, continuará al menos hasta el 2024. Este año, MORENA tendrá la posibilidad –igual que el PAN– para lograr una mayoría para instrumentar en la región las políticas de la IV T. Antes de esa fecha, se percibe complicadísimo el ambiente en la tarea legislativa; tanto para el PAN, como para MORENA quien será gobierno.
2. El diálogo para el acuerdo, será la divisa mas cara en el Congreso tamaulipeco. Sin este elemento, visualizaremos sin duda, un espacio legislativo en completa parálisis y en debates tan ásperos como escasamente fructíferos.
3.- La necesidad, de abrir paso a la sensatez y a la prudencia en MORENA y en el PAN. Los líderes parlamentarios, deben entender, que sus bancadas ya no podrán llevarse toda la raja y el crédito de la encomienda legislativa; nada de eso: tendrán que mentalizarse, bajo el objetivo obligado, de que ninguna ley les será de exclusiva propiedad ni de particular manufactura. De otra forma: ningún Grupo parlamentario, podrá imponer condiciones tajantes para la discusión y la aprobación de las iniciativas.
4.- La obligatoria cesión de espacios de autoridad en la Legislatura, para la otredad. La estructura del Congreso, tendrá que consensuarse so pena de ver una amarga parálisis que impactará penosamente a la ciudadanía y dolorosamente al Ejecutivo estatal. Vivimos otros tiempos: nadie se puede llevar todo; como nadie, se debe quedar sin nada.
5.- Bajarle una rayita a la crispación. (Justo lo que vimos, en la votación para la medalla Luis García de Arellano: se desentrampó el empate, con la sensatez, la negociación y la civilidad). Sólo en un ambiente de cordialidad, de respeto, de tolerancia, se podrán tomar acuerdos para imprimir miras de altura y dar paso a la emergencia del parlamento que necesitamos y que deseamos.
Los aportes de Guzmán Acuña y de Treviño González, no sólo se circunscribieron a sus respectivos planos profesionales. No. Al mismo tiempo, –por eso sus premios son más que justos y plausibles– ayudaron a mostrar lo que los ciudadanos anhelamos de nuestros diputados y a enseñar lo que como Poder legislativo, pueden dar para orgullo de los tamaulipecos.
Todo es posible y viable –en cualquier atmósfera sociopolítica–, cuando se privilegian los principios democráticos.
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