28 de noviembre de 2024

La Comuna/ Por José Ángel Solorio Martínez

El fin de 30 años de oscuridad neoliberal

Manuel Cavazos Lerma (MCL), Tomás Yarrington Ruvalcaba (TYR), Eugenio Hernández Flores (EHF), Egidio Torre Cantú (ETC) y Francisco García Cabeza de Vaca (FGCV), representaron como gobernadores, lo más avieso del proyecto neoliberal en la región, promocionado por los gobiernos federales del PRI y del PAN.

Hicieron lo que los presidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto les aconsejaron.

Aquellos personajes, al frente de la administración estatal, facilitaron el aterrizaje en la entidad, de las políticas de desarrollo y crecimiento, recomendadas por el neoliberalismo para gobernar; y sobre todo: de ordenar la vida socioeconómica del país y de los estados.

¿Qué hicieron esos diablillos neoliberales?

1.- Operaron las estrategias de debilitamiento de las industrias propiedad de la nación, para llevarlas a la quiebra –recordar: el neoliberalismo, asegura que toda empresa debe ser privada porque los gobiernos son corruptos e ineficientes– para luego ponerlas a la venta y casi regalarlas a los amigos. (TELMEX y PEMEX, son ejemplos nítidos de esa estratagema).

La persecución a la fétida burocracia obrera, formó parte de esa línea operativa.

En Tamaulipas MCL, facilitó el desmantelamiento de los cacicazgos obreros. (Pérez Ibarra en Nuevo Laredo; Garza Cantú en Reynosa; Diego Navarro en Tampico, Agapito González en Matamoros). Nunca fueron blancas palomas, pero representaban un dique de contención contra una reforma laboral para pagar al depauperado trabajador por horas y restarles conquistas laborales.

El vacío que dejaron esos factores, en parte, fueron ocupados por los grupos antisociales fronterizos. Es decir: el gran problema que hoy tenemos en asuntos de inseguridad pública, tuvo su origen –parcialmente, si se quiere– en la aniquilación de las burocracias obreras –los otros elementos, son la impunidad y la deshonestidad–.

2.- Abrieron las puertas del gobierno al CO. Con TYR, los antisociales, empezaron la expansión de su influencia en la estructura gubernamental: llegó a la Procuraduría del estado, un abogado que la voz pública ubicaba como parte de las bandas del norte tamaulipeco. Ante tanta turbulencia, generada por el nombramiento, Tomás optó por retirarlo del cargo.

La muerte del casi gobernador, Rodolfo Torre Cantú –ante un atónito (EHF)–, fue la expresión más alta de la cresta de influencia y de poder de las bandas que generan la inseguridad en la entidad.

Egidio fue un gobernador, maniatado por los poderes fácticos.

Cabeza de Vaca, similarmente, gobernó bajo presión cotidiana.

3.- Dieron banderazo a la privatización de los espacios públicos –el Centro Cultural Metropolitano, está en manos de la iniciativa privada; las ganancias se las lleva ésta, en tanto el mantenimiento de todo tipo es a costa del erario estatal– y abrieron huecos en algunas empresas como COMAPAS y otras, para los empresarios privados que se dejaron querer y se enriquecieron en base a contratos leoninos y complicidades del Ejecutivo estatal en turno.

4.- Endeudaron al estado. Bajo el precepto neoliberal que es sano crecer con financiamiento –y probablemente, sea válido; sólo que los créditos contratados se obtuvieron en la opacidad y utilizaron los fondos en beneficio propio y no de los ciudadanos–.

Los 30 años, de oscuridad neoliberal, acabarán el sábado 1 de octubre.

Las intentonas –algunas de repugnancia extrema– por evitar que la IV T llegara a la entidad, sólo pueden ser explicadas por el uso patrimonialista que los gobernantes del PRIAN, hicieron del tesoro público que corresponde a los tamaulipecos.

Sería prudente, que el gobierno de Américo Villarreal Anaya, construyera dos instituciones con afilados dientes: la auténtica, la legítima, Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y el Instituto para Regresar al Pueblo lo Robado (IRPR).

La corrupción, es uno de los principales problemas en el estado.

No habrá aterrizaje digno y confiable de la IV T en Tamaulipas, sin la presencia y labor de esos instrumentos para combatir tal flagelo.