(4-Noviembre-2022)
TV
La televisión me acompañó durante mis años de Pegaso chaval.
Todos los días, después de ir a la escuela, jugar futbol con los cuates y hacerle mandados a la jefa, nos íbamos a ver “El Chavo del Ocho” con una de las pocas vecinas que tenían televisión. Y era en blanco y negro. Nos cobraba, creo, diez centavos por estar sentados fuera de su ventana, disfrutando de la programación.
La “caja idiota”, como se le llamó por muchos años, llenó nuestra infancia de fantasía. Ahora ya no se le puede llamar caja idiota, porque ya no tiene forma de caja, sino que es plana; ni tampoco es idiota porque ya hay Smart TV’s.
Pero en aquellos tiempos, la única forma de divertirse eran los juegos y la televisión.
Desde la llegada de la Internet, las cosas han ido cambiando apresuradamente, de tal manera que hoy en día la televisión ha pasado a un segundo o tercer plano.
Ahora, la mayoría de nosotros prefiere ver contenido streaming en la lap top o computadora de escritorio, antes que plantarse frente a la pantalla plana para cambiar una y otra vez los canales abiertos o de cable.
Mientras que en la TV tenemos opciones limitadas, que es lo que nos quieren vender las compañías, en Internet y redes sociales está todo un mundo a nuestra disposición.
Cuando las transmisiones por cable empezaban a popularizarse, el mayor atractivo era que no incluían comerciales.
Hoy en día, si estamos viendo un programa en la televisión, entran chorromil frustrantes anuncios publicitarios. Tendríamos que pagar una cantidad extra para disfrutar de la programación Premium, donde no hay comerciales.
Vivir sin Internet o sin redes sociales, en nuestros tiempos, es como vivir en la época de las cavernas.
Tanto para los chavos “milennials” como para nosotros, los chavorrucos “babyboomers”, se ha vuelto una gran necesidad.
Si alguno de mis dos o tres lectores quiere hacer la prueba, solo tiene que poner su Smartphone, laptop, Tablet o Smart TV bajo llave un solo día, y verá que no aguantará dos horas sin que esté inquieto, buscando dónde ver contenido digital.
En los años dorados de la televisión, ya en color y con sonido estéreo, éramos realmente felices. Veíamos todos los domingos, bien temprano, el programa “En Familia, con Chabelo”. Los niños eran los primeros en prender la televisión, porque anunciaban juguetes y había concursos, pero los más interesados eran los papás, porque el pícaro Chabelo siempre estaba rodeado de chamaconas en hot pants. Ese era el gancho y claro, el niño le decía al papá: “¡Yo quiero ese juguete!”, y el generoso padre complacía a su vástago, con tal de seguir admirando las bien torneadas piernas de las edecanes.
Todavía en secundaria, me gustaba ver el programa “Burbujas”, con Patas Verdes, el profe Memelovsky, Mafafa Musguito, Pistachón Zigzag, Mimoso Ratón y El Ecoloco, y años más adelante, en plena adolescencia, “Cachún, Cachún, Ra, Raaaa”, un programa dirigido al público juvenil.
La televisión nos dio a muchos bellos momentos, pero ya no es lo mismo. El mundo ha cambiado y con ello, la forma de ver y consumir información.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “La totalidad de la dimensión temporal previa fue inmejorable”. (Todo tiempo pasado fue mejor).
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