29 de noviembre de 2024

AL VUELO/ Por Pegaso

Plurigandallas 

Ser diputado federal o senador es como sacarse la lotería.

Hay varias maneras de llegar a las cámaras.

1.- Por mayoría relativa, uno por cada distrito federal electoral en que se divide el País, por votación directa en las urnas. Hay 300 diputados y 96 senadores electos por esta vía.

2.- Por el principio de representación proporcional. Se designan por una fórmula de proporcionalidad, que consiste básicamente en obtener el cociente natural, resultado de dividir la votación nacional emitida entre los 200 diputados de representación proporcional, y en el caso de los senadores, es más o menos lo mismo.

Según el portal Política Expansión, el objetivo de tener diputados y senadores plurinominales es proteger la expresión electoral cuantitativa de las minorías políticas y garantizar su participación en la integración de los órganos legislativos, según su representatividad.

Y por minorías políticas se entiende a los partidos minoritarios, el que queda en segundo, tercero, cuarto lugar o hasta el que gane el 3% de la votación total del País, porque los que tengan un porcentaje menor, van para afuera.

Yo tengo otros datos, como dice el “cabecita de algodón”.

Los pluris son diputados y senadores concedidos a los partidos políticos. Son de ellos. No necesitan hacer campaña política.

Y por ellos, me refiero a mafias incrustadas en las cúpulas de cada partido político, incluyendo el cascajo, como Movimiento Ciudadano, el Verde Ecologista, el PT o los nuevos que salen cada año y vuelven a desaparecer.

Los legisladores plurinominales fueron una concesión del viejo sistema político. En realidad, aunque garantizan la representación de las minorías políticas, no representan a las minorías sociales.

Me explico.

Ayer, durante una presentación que hizo la activista social Doris Cantú, de una actividad que tendrán personas con discapacidad, preguntaba yo por qué grupos minoritarios como los invidentes no cuentan con uno o más representantes en las cámaras de Senadores y Diputados.

Otras minorías, como los gays y las etnias han logrado incrustarse, pero solo por la gracia de los partidos que los postulan.

Dentro de la reforma electoral que propone ALMO, donde se pretende desaparecer, si no la totalidad, la mayoría de los diputados y senadores plurinominales, bien haría en modificar la Constitución para que esos congresistas, en lugar de regalárselos a los partidos, se los entreguen a las minorías sociales.

Así, por cada circunscripción, tendríamos la fortuna de que llegaran a un escaño representantes de los invidentes, de los sordos, de los parapléjicos, etc., etc., etc., sin necesidad de pasar por los partidos políticos y sus voraces líderes.

Esa sí sería una representación de las minorías sociales, no de las políticas.

¿Para qué carajos me sirve a mí que llegue un diputado o senador plurinominal que solo atiende a los intereses de un partido, familia o persona? El beneficio es para los que manipulan las listas.

Con el transcurso de los años, los “pluris”, como también se les conoce, han demostrado que solo sirven para tres cosas: Para nada, para nada y para pura chingada.

Será muy difícil desmantelar toda esa red de intereses y complicidades.

Pienso que el pueblo de México sería feliz si solo tuviera representantes votados por vía directa, no con el galimatías que hicieron las mentes perversas que nos metieron a chaleco los plurinominales. Con 300 diputados federales, uno por cada distrito y los 96 senadores, tres por cada Estado, es más que suficiente.

Nos ahorraríamos un titipuchal de lana sin los 200 diputados y 32 senadores “pluris” que están de más.

3.- La tercera forma de designar a un legislador es mediante comicios extraordinarios, cuando muere el suplente de un senador o diputado, como en el caso de Faustino López, donde una jauría de hienas hambrientas o zopilotes carroñeros se aprestan a disputarse el jugoso escaño. ¡Puaffff!

Viene el refrán estilo Pegaso: “En la parte superior del cadáver, los arreglos florales”. (Sobre el muerto, las coronas).