(24-Octubre-2023)
Por José Luis B. Garza
Hace algunos años, un destacado licenciado en derecho con el que nos tocó convivir y participar en algunas actividades, tenía una designación para quienes pensando que por no tener que llevar materias de matemáticas la carrera de Derecho era muy fácil de concluir.
“No me entran las matemáticas” decían algunos al salir de la secundaria o preparatoria. Daban por hecho una frase que repetían en tono de broma los estudiantes de Derecho: “Inscribirse y no morirse y sales abogado”. Pero la realidad se encargaba de convencerlos de que ni su vocación, ni su capacidad encuadraban en la carrera, así es que algunos, inclusive en los primeros grados de la licenciatura, “tronaban como sapos”, decían quienes salían airosos de las pruebas a lo que los sometían materias; algunas de ellas eran como filtros para determinar si se contaba con capacidad o perseverancia para continuar el trayecto hasta el título.
Caso similar ocurría, hablando de filtros, en Medicina, donde la materia de Anatomía ponía a prueba las aspiraciones de los que pretendían ser galenos.
Pero volviendo a los frustrados estudiantes de Derecho, el abogado al que se hace mención en las primeras líneas les llamaba “destripados” a los estudiantes que no podían avanzar en Derecho y tenían que dejar sus estudios obligadamente.
Algunos de ellos, no obstante, se dedicaban a “coyotear”, es decir, ejercer actividades propias de los abogados, litigando sin contar con un título.
Pero lo de “destripados” se empezó a aplicar en el campo político, en una época en la que siendo el Partido Revolucionario Institucional poderoso y dominante, y había quienes confiaban en sus relaciones o amistades para obtener postulaciones, al ser descartados, en muchas ocasiones por no tener los méritos y relaciones que presumían, los “tronaban” o “destripaban”.
En la actualidad sobran ejemplos a los que se les puede aplicar la denominación de “destripados”, sobre todo cuando se les mencionó, sin posibilidad real de alcanzar la candidatura. El mejor ejemplo lo podemos encontrar en la reciente selección de precandidatos, que no eran precandidatos, de Morena, más conocidos como “Corcholatas”, donde siempre se perfiló a Claudia Sheinbaum como la favorita.
Así quienes se pueden considerar como destripados serían Marcelo Ebrad y Adán Augusto López. El primero porque pese a las evidencias y a la avanzada campaña, que nos es campaña, de Claudia, no logra aceptar que su proyecto no se dio y el segundo que en el último momento sintió que podía ganar la “coordinación”, con una diferencia aparente. Ebrad no ha entendido que cuando menos con Morena, no va a ser coordinador, ni precandidato ni candidato, en tanto que Adán Augusto se esfumó del campo político.
Pero hay partidos que se nutren de esos aspirantes en desgracia. Tratan de coptar personajes que si bien no tenían el suficiente arraigo en su instituto político de origen, o una voluntad suprema transformada en encuesta para elegirlos, sí cuentan con algunos partidarios que pueden engrosar las filas de organizaciones políticas que explotan su registro y siglas políticas sin importar si concuerdan con sus postulados.
Y del lado de los destripados, se unen a siglas políticas in importar principios ni plataformas sino simplemente lograr una posición política que les fue negada en su anterior partido político (algunos han recorrido varios).
Así es que hay que disponerse a ver en las próximas semanas, con las elecciones que se lleven a cabo en los estados, otra camada de destripados, que, con pacto y todo, a la hora de perder buscarán ubicarse para resurgir políticamente.
Email: jose@bgarza.com
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