25 de noviembre de 2024

AL VUELO/ Por Pegaso 

Debate

Lo más trascendental del primer debate entre los candidatos a gobernador de Tamaulipas es que no hubo debate.

Se dedicaron a echarse lodo unos a otros, pero no hubo propuestas sólidas.

Las benditas redes sociales, que en ocasiones son muy duras, criticaron a Américo por dedicarse a leer lo que sus asesores le anotaron y a presumir que en el IMSS e ISSSTE hay medicamentos, cuando en la práctica hay muchas deficiencias.

Arturo Díez se dedicó a lloriquear y a decir que ha recorrido los 43 municipios del Estado, en tanto que El Truco tampoco convenció al hablar de un mejoramiento en el tema de la seguridad.

Posiblemente, ya con algo de experiencia por las críticas que los tres recibieron, el siguiente ejercicio que será el 22 de mayo tenga algo más de carnita, de sustancia, para que los tamaulipecos sepamos quiénes de ellos traen mejores y más viables propuestas.

No debería yo perder mi precioso tiempo en hablar de este remedo de debate. El nivel estuvo muy por debajo de lo esperado. Resulta más importante un debate entre párvulos de jardín de niños que apenas balbucean, que lo que dijeron Américo, Arturo y César.

A mi juicio, deberán mejorar mucho si es que esperan convencer a los 2 millones, 722,596 ciudadanos que tendrán oportunidad de votar el próximo 5 de junio.

Ya dejaré de hablar del debate. Mejor contaré una bonita fábula que sirva para la reflexión de lo que puede uno hacer cuando se encuentra en una situación como en la que está Arturo Díez, alias “El Mantenido”, en medio de un choque de trenes: Érase una vez una tortuga que iba camino a su madriguera. De pronto, al pasar una loma, apareció por el mismo camino, pero en sentido opuesto, un corpulento elefante.

El paquidermo le dijo: “¡Quítate de mi camino, debilucha! Si no lo haces, te aplastaré con mis fuertes patas”.

La tortuga no se quitó, y el elefante le pasó por encima, pero no logró aplastarla gracias a su caparazón.

Y entonces, le contestó: “No fanfarronees con tu fuerza porque ya viste que soy tan fuerte como tú”.

El elefante lanzó una sonora carcajada y la tortuga le lanzó un reto: “Para demostrarte que puedo ser tan fuerte o más que tú, nos vemos mañana en este mismo lugar”.

Divertido, el elefante acepta el reto. A la mañana siguiente, muy temprano, la tortuga se fue hasta el río, donde pastaba el hipopótamo y le dijo: “Amigo hipopótamo, ¿quieres hacer una competencia de fuerza conmigo? Tú tirarás de un extremo de esta soga y yo del otro. Te apuesto a que soy tan fuerte como tú.

Divertido, el hipopótamo aceptó el reto. Así que la tortuga le dio uno de los extremos de la cuerda y le dijo: “A mi señal, empieza a tirar con todas tus fuerzas. Verás que soy tan fuerte como tú.

Después se fue detrás de la loma, donde ya la esperaba el elefante impaciente.  Llegó hasta él y le dio el otro extremo de la cuerda.

“Cuando te dé la señal, tiras con todas tus fuerzas, a ver si logras ganarme”,-le dijo. Y luego se fue a toda la velocidad que le daban sus cortas patas, para situarse en un sitio intermedio, donde no la podían mirar las dos enormes bestias.

“¡Ahora!”,-dijo, y ambos animales empezaron a tirar con todas sus fuerzas. Y así estuvieron durante varias horas, hasta que los dos se rindieron y tuvieron que aceptar que la tortuga era tan fuerte como ellos.

El refrán estilo Pegaso dice así: “Por consiguiente cromatín, carminado, tal narración ha concluido”. (Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado).