28 de noviembre de 2024

AL VUELO/ Por Pegaso 

Innombrable II

No, amigos. No se equivoquen.

Yo no odio al “Innombrable”.

Por el contrario, lo quiero mucho, porque constantemente me está dando material para hacer esta jocosísima y sesuda columna.

Aunque me corrió de mi trabajo y me quedó debiendo un titipuchal de lana, no le guardo rencor.

Es como la fábula del lobo y las ovejas.

Unas ovejas que pastaban en un verde prado platicaban entre ellas de esta manera: “El lobo nos odia, hermanas. Cada noche se lleva a una de nosotras para cenar”.

El lobo, que estaba escondido escuchándolas, dice para sí mismo: “¿Odiarlas? Están equivocadas. Por el contrario, las quiero demasiado. No podría vivir sin el sabor de su rica carne”.

Yo quiero al “Innombrable”.

A pesar de que ya se fue, seguirá siendo noticia y seguirá aportando deliciosas anécdotas y picantes ocurrencias.

La última fue que quiere ser senador, como muchos otros zopilotes que buscan ocupar el puesto que dejó vacante el fallecido legislador Faustino López.

Todos los buitres andan revoloteando sobre su cadáver: Morenos, azules, verdes, amarillos y naranjas.

Pero si hay alguien que se beneficiaría con una nueva elección, porque se mantendría en el panorama político, es “El Innombrable”.

El “Innombrable” parece que tiene super poderes y puede ver el futuro. Hace una o dos semanas vi su logotipo, pero solo era la mitad de los cuernos, y en la otra mitad había una leyenda donde decía_ “El presente y futuro tiene cabeza”. Y ya ven. Ahí está, más puesto que un calcetín para contender en una elección extraordinaria y buscar la senaduría, la mitad del período (¡qué enorme coincidencia!) que correspondería a Faustino López. ¡Le cayó como anillo al dedo!

“El Innombrable” es mi muso preferido. Ya sustituyó con creces al Pejidente ALMO.

Como Rigo Tovar, “El Innombrable” es puro amor. Creo que si hace un evento masivo en el lecho del río Santa Catarina como lo hizo el cantante matamorense, lo llenaría todito, pero de puras personas que le irían a cobrar lo que les quedó a deber.

Tendrían que grabar en letras de oro el nombre del “Innombrable” en los más altos estrados del País, porque gracias a él pudimos darnos cuenta los estúpidos mexicanos cuán fácil es violar la ley y hacer lo que se nos venga en gana sin temor a ser perseguidos por la justicia.

El secreto es tener la mayoría del Congreso, porque con esa mayoría el Tribunal de Procedencia, la Suprema Corte de Justicia y hasta el mismo Presidente nos hacen los mandados y nos pelan los dientes.

La mayor aportación de “El Innombrable” es saber que en un Estado el poder del Gobernador es absoluto y aún puede prolongarse por otros seis o doce años si tenemos la precaución de dejar a nuestros cómplices encargados de impartir la justicia.

Definitivamente, “El Innombrable” merece ser senador y tener fuero. De esa forma, seguirá dando invaluable material para la confección de esta morrocotuda columna, al menos por los próximos dos años.

Por hoy termino esta colaboración, pero los dejo con el refrán estilo Pegaso: “Mayor cantidad de embestidas proporciona la inanición”. (Más cornadas da el hambre).