25 de noviembre de 2024

AL VUELO/ Por Pegaso

Médicos

¡Vaya polémica que se armó con la contratación de médicos cubanos para que vengan a atender a la población vulnerable del país!

Casi de inmediato, los fifíes, neoliberales y aspiracionistas reaccionaron de manera airada diciendo: “Y qué, ¿no tenemos en México médicos capaces de atender las necesidades de la gente?”

Puede ser que sí, o puede ser que no. Yo no tengo acceso a los datos de la Secretaría de Salud, sin embargo, lo que ocasionó dicha contratación es una nueva polarización entre los mexicanos que defienden las políticas del actual Gobierno Federal y los que las rechazan.

Se supone que al ser este un gobierno participativo, primero se nos debió consultar a todos si sería bueno traer a este grupo de doctores cubanos.

Lo que sí es un hecho es que siempre los cubanos nos han traído su salero, jícamo y azúcar, como lo vimos hace poco más de dos años, cuando andaban por aquí miles de isleños intentando cruzar hacia Gringolandia.

Son un pueblo fenomenal que, a pesar de tener el gobierno que tienen, conservan ese buen humor y traen el ritmo en la sangre, a todas horas y en cualquier lugar.

Vean si no.

Estaba una vez Fidel Castro en un mitin allá, cerca del Capitolio de La Habana, para dar a conocer algunos nuevos decretos de su gobierno.

Sucede que, a consecuencia de esa alegría propia de la raza criolla y caribeña, los impuestos no entraban a las arcas gubernamentales como debía ser.

Fidel Castro empezó a decir: “Hermano’ cubano’. Ya Cuba no e’ la mi’ma que ante’. Ante’ la gente trabajaba de sol a sol y hacíamo’ grande a e’te paí’. Ahora no. Ya todo’ quieren andá’ con la rumba, con la huaracha, con la salsa… Ya nomá quieren música, así que ya no quiero gente en la calle de’pué’ de la’ doce de la noche, porque aparte, se e’tán tomando todo el ron que e’tamo’ produciendo. Así que todo el que ande en la calle de’pué’ de la’ doce de la noche lo vamo’ a fusilá’.

Esa misma noche, dos soldados vieron a un borrachín que andaba cerca del malecón, tomándose una botella de ron. Uno de ellos agarró su carabina, apuntó a la cabeza y ¡pum! lo mató.

-Oye, chico, pero ¿por qué lo ha’ mata’o si todavía faltan die’ minuto’ para la’ doce?-le dijo su compañero.

-Lo conozco,-contesta el pazguato. Sé dónde vive y en die’ minuto’ no iba a podé’ llegá’ a su casa.

Días después, Fidel convocó a una nueva reunión.

-Hermano’ cubano’. Ya no queremo’ má’ música, porque to’o’ se pasan el día cantando y tocando y ya nadie quiere trabajá’. Así e’ que vamo’ a quebrar la’ trompeta’.

Todos empezaron a aplaudir para evitar que los soldados de la Revolución los agarraran a culatazos.

-Vamo’ a quebrá’ la’ guitarra’,-agrega el barbudo personaje.

Y todos aplauden.

-Vamo’ a quemá lo’ piano’.

Nueva ovación.

-Vamo’ a quemá’ lo’ bongó’.

Y la gente, que no entendió muy bien, gritó:

-¿Que qué?

-¡Que vamo’ a quemá’ lo’ bongó’!

-¿Que qué? ¡Que vamo’ a quemá’ lo’ bongó’! ¿Qué qué? ¡Que vamo’ a quemá’ lo’ bongó’! (El lector debe imaginarse estas últimas frases con acento cubano y a ritmo de guaracha).

Por cierto, este es un gracioso chiste del comediante de la cola de caballo, Teo González, que pueden hallar en You Tube, haciendo click aquí.

Yo los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice así: “¡Objeto de mayor dimensión, individuo pequeño!” (¡Cosa má’ grande, chico!)