Por Martín Díaz / La Nube
Alberto Loya López, un nombre que resuena con fuerza en los pasillos del poder, está en la mira de la auditoría. Loya, conocido por sus negocios oscuros y su habilidad para navegar entre las aguas turbias del erario público, ha sido acusado de múltiples irregularidades a lo largo de los años.
Sus conexiones dentro del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) lo han colocado en el centro de un remolino de corruptelas que están al borde de ser desenterradas. Ahora, como Oficial Mayor del Municipio de Victoria, Loya sigue su carrera de negocios turbios. Bajo la empresa ASR230815EUD, Loya contrató directamente la renta de tres camiones recolectores de basura por la suma exorbitante de 10 millones 800 mil pesos, y todo por solo tres meses de servicio.
El problema no es solo que la licitación fue directa, sino que esos camiones nunca prestaron el servicio. Los 10 millones se pagaron en una sola exhibición, pero los camiones jamás se vieron en funcionamiento. El dinero, como es costumbre en las historias de Loya, desapareció misteriosamente, llenando los bolsillos de un hombre que ha hecho de la traición y el robo un modo de vida.
La complicidad del alcalde de Ciudad Victoria, Eduardo Gattás, no puede ser descartada. Como jefe directo de Loya, Gattás no puede alegar ignorancia ante estos hechos. La falta de acción y el silencio de Gattás lo colocan bajo una sospecha que es imposible ignorar.
Las historias de Loya se remontan a su tiempo en el IMSS, donde también existen documentos que prueban contratos inexistentes. Sin embargo, su impunidad sigue intacta. Mientras tanto, Loya disfruta de lujos, viajando a Qatar, Brasil y otros destinos, financiado con el dinero de los tamaulipecos.
Loya no ha presentado su declaración 3 de 3 como lo marca la Ley
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