Por Oscar Díaz Salazar
Se espera mucho del gobierno que a partir del día primero de octubre del año en curso, encabece el doctor Américo Villarreal Anaya. Para cumplir con las altas expectativas que tenemos los tamaulipecos en el próximo gobernador, es conveniente y necesario que el próximo titular del poder ejecutivo se haga acompañar por hombres y mujeres que posean muchas cualidades, de tal forma que se pueda aplicar en ellos, la frase que repite con frecuencia el presidente López Obrador, al referirse a los protagonistas de la época de la reforma, como «hombres que parecían gigantes».
En los tiempos en que se discrimina positivamente a las mujeres, en un afán de emparejar el piso y de superar una desventaja histórica, se espera que el gabinete de Américo Villarreal sea paritario en cuanto a tener el mismo número de Secretarios varones y mujeres.
Se espera que los servidores públicos estatales, que releven a los «nueve cinco seis» y a la legión extranjera que importó Cabeza de Vaca, sean tamaulipecos por nacimiento y/o por residir en territorio «cuerudo» por muchos años, antes de ser encumbrados.
Conviene que tengan experiencia en los temas que les van a confiar, que posean instrucción suficiente, que sean personas honorables, que estén convencidos de los valores y las ideas que pregona morena (y aliados), que compartan la visión de futuro a la que se pretende llegar con la cuarta transformación de nuestro país, que tengan una poca de gracia y otra cosita, como dice la canción jarocha.
En relación a los futuros secretarios (subsecretarios, directores, jefes de oficina, etc.), además de tener tantas cualidades y virtudes como las que se buscan en un amigo, como requisito para presentarle una hermana, hay un tema que no atendieron los gobernadores victorenses de la época contemporánea, que es el de convocar a tamaulipecos de todos los municipios y regiones del Estado.
El tema de la inclusión geográfica será muy complicado de atender y cumplir por el gobernador, Américo Villarreal Anaya, que siempre ha vivido en Ciudad Victoria, que en la capital del Estado a laborado siempre, que ahí tiene su familia, su trabajo, sus afectos, sus difuntos, sus inversiones y sus recuerdos.
Conviene al gobernador Américo Villarreal recordar que el triunfo se lo dieron los habitantes del norte del Estado. Que en Ciudad Victoria solo reside el diez por ciento de la población.
Espero que Américo Villarreal no incurra en el mismo error que sus antecesores victorenses, de nombrar un alcalde alterno, un presidente estatal, un emisario personal en cada municipio, un «erre te» o «Representante territorial», como los tuvieron Eugenio Hernández y Egidio Torre, que por designación empoderaron a un cuate (amigo) para ser una especie de presidente municipal bis, que simultáneamente era jefe político (como en el porfiriato), líder de facto del partido, jefe de las oficinas estatales, auditor del presidente municipal, secretario de obras públicas, jefe de la policía, etc.
El gobernador debe entender que no solo es gobernador de Victoria, que le debe la elección a los electores del norte, que su gabinete debe tener paridad en cuanto a género y también en relación al origen geográfico.
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