16 de septiembre de 2024

Les élites y la cultura

Por Oscar Díaz Salazar

La Plaza Loreto, que alguna vez albergó al Museo Soumaya, un cine club, una sala de teatro (La Planta de Luz) y una mini plaza gastronómica, es uno de mis sitios preferidos en CDMX. Con el tiempo, el museo Soumaya se mudó a un edificio moderno, funcional, de arquitectura futurista, en un sector más chic de nuestra gran capital. Ambos espacios fueron construidos, rehabilitados, creados y operados por voluntad y financiamiento de Carlos Slim, dueño de Telmex y de una buena parte del país. Soumaya Domit es el nombre de la esposa de Carlos Slim.

En la ciudad de Puebla, donde abundan las iglesias, los edificios coloniales, los museos y los espacios dedicados a la difusión de las artes, existe el museo Amparo, que tal vez es el que tiene el recinto más funcional y mejor habilitado para los usos a los que hoy se dedica. El museo Amparo fue acondicionado en un edificio colonial gracias al patrocinio del banquero Manuel Espinosa Yglesias, quien también se hace cargo de financiar su operación. Amparo Rugarcia es el nombre de la esposa de Espinoza Yglesias.

De la oferta turística y cultural que ofrece a sus visitantes la ciudad de Oaxaca, varios espacios fueron construidos, rehabilitados, equipados y operados, total o parcialmente, por la fundación que preside y patrocina Alfredo Harp Helú. Entre las instituciones en las que interviene la fundación tenemos a: El Museo de la Filatelia de Oaxaca, el Museo Textil de Oaxaca, el Museo Infantil de Oaxaca, el Centro Cultural San Pablo, la Biblioteca Henestrosa y otros.

Menciono tres ejemplos de empresarios que tuvieron el acierto -y el dinero – de financiar proyectos culturales. Empresarios que hicieron su fortuna, o la acrecentaron, por medios que han sido ampliamente discutidos, aunque esta polémica no es el tema de este escrito, pues hoy quiero destacar y reconocer esa decisión de devolver un tanto de lo mucho que han ganado, a los pueblos donde triunfaron o donde pasaron sus primeros años.

Cito estos ejemplos para contrastarlos con el escaso o nulo compromiso de nuestros empresarios, con los temas artísticos y culturales. De los grandes, Ramiro Garza Cantú, Juan Armando Hinojosa, el clan de los Barragán, los Cabeza de Vaca y otros, se sabe que eventualmente le pierden el cariño a unos cuantos miles de pesos, pero no hay antecedentes, o por lo menos no los conozco, ni de grandes patrocinios, ni de interés en esos temas.

Por esto y por muchas otras razones, opino que las élites locales han estado muy por debajo de sus responsabilidades y de los beneficios que han obtenido en nuestra región y municipio.