Por Guadalupe Correa-Cabrera
Extraña que un experimentado “periodista”, como Carlos Loret de Mola, se enfrasque en una estrategia tan burda y mal realizada. La entrevista con el hombre del pasamontañas ejemplifica los alcances y torpeza de los voceros opositores. Nadie que conoce realmente sobre el tema podría creer que los Zetas financiaron la campaña de AMLO en 2006.
El jueves pasado, el comunicador Carlos Loret de Mola—conocido popularmente como “#LordMontajes” (https://polemon.mx/por-que-a-carlos-loret-de-mola-le-dicen-lordmontajes/) por los múltiples escándalos que lo han vinculado con desinformación y la elaboración facciosa de reportajes torcidos con fines políticos o electorales (los casos de Florence Cassez, Javier Duarte y Frida Sofía)—vuelve a hacer de las suyas. En un “reportaje” que dio a conocer para Latinus—medio vinculado abiertamente a la oposición al Gobierno de AMLO— presenta una entrevista realmente cuestionable con un personaje que dice ser Celso Ortega—presunto líder de la organización criminal de los Ardillos. Ortega, quien usa un pasamontañas, dice haber sido parte de los Zetas anteriormente y asegura que dicho grupo criminal aportó dinero a la campaña de López Obrador en 2006. Además, explica los supuestos pactos a los que llegó con Norma Otilia Hernández, laAalcaldesa de Chilpancingo (de afiliación morenista) y con un funcionario guerrerense supuestamente enviado por y vinculado con el Senador Félix Salgado Macedonio.
Toda esta escena parecería ser, a simple vista, un burdo montaje; sí, como esos en los que suele participar el “periodista”. No existe prueba alguna las temerarias acusaciones ahí realizadas, más que la declaración de un hombre a quien no puede vérsele el rostro. La historia completa detrás de la entrevista parece una tomada de pelo sinsentido. Además, podría ser parte de una campaña sucia contra el actual Presidente de México y los representantes del partido que él fundó, el cual parece arrasará en el proceso electoral del presente año. El hombre del pasamontañas narra hechos que se antojan inverosímiles, y que cualquiera que conozca algo sobre las organizaciones a las que hace alusión, especialmente Los Zetas, podría desestimar y catalogar como “noticias falsas”. Llama la atención la pésima calidad del reportaje y el bajísimo nivel la posible estrategia electorera, que vuelven a demostrar la torpeza y total incompetencia del grupo que lidera la oposición al gobierno de AMLO.
En lugar de proponer un modelo alternativo de nación, destacar los retos que enfrentamos y señalar con seriedad los problemas reales del proyecto de la “Cuarta Transformación”, la pueril e incapaz oposición política en México, apuesta a una campaña sucia repleta de mentiras y burdas estrategias—sin alternativa y sin propuestas para el desarrollo, la seguridad y la procuración de justicia en el país. El privilegio y la falta de conciencia social (o “calle”, como se dice coloquialmente) de sus representantes y principales voceros, los hacen protagonizar un grotesco espectáculo que falta al respeto a la inteligencia del mexicano. Destaca también la poca calidad de la campaña sucia que parecen creer sólo los opositores, pero que al mismo tiempo hace mucho daño a México—por el tema de las agendas reales de actores extranjeros.
Así es, el nuevo reportaje—que parece a todas luce un montaje—de Carlos Loret de Mola confirma la poca seriedad y la nula calidad de la campaña política de la alianza opositora. En este caso, sorprende el nivel de desinformación que se propaga con esta entrevista. Los cuantiosos recursos que aparentemente se han destinado a relacionar al gobierno de López Obrado con el narcotráfico, parece no tendrán efecto en el electorado que apoya a Morena, pero si exhiben la mezquindad y la ignorancia de los estrategas opositores. De nada sirven las noticias falsas y los montajes tan burdos; tanta mediocridad no parece ayudará a Xóchitl Gálvez, ni a los candidatos de la oposición.
Extraña que un experimentado “periodista”, como Carlos Loret de Mola, se enfrasque en una estrategia tan burda y mal realizada. La entrevista con el hombre del pasamontañas ejemplifica los alcances y torpeza de los voceros opositores. Nadie que conoce realmente sobre el tema podría creer que los Zetas financiaron la campaña de AMLO en 2006. En primer lugar, los Zetas en ese entonces era el brazo armado del Cártel del Golfo y se encontraban en expansión, experimentando con un nuevo modelo criminal de negocios. En esos tiempos se dice controlaban territorios en algunas partes del país, principalmente en Tamaulipas; Nuevo Laredo fue su principal plaza. Llegaron a Michoacán, Veracruz y Guerrero, entre otros lugares de México.
No obstante, hablamos realmente de un grupo de sicarios que se dedicaban mayormente a la extorsión y al secuestro, y que operaban de forma muy distinta a los mal-llamados cárteles de la droga. Al estudiar a los Zetas, el periodista Ricardo Ravelo se refiere a una “franquicia criminal”; yo hablo de paramilitarismo criminal. La simple idea de que los Zetas financiaron la campaña de AMLO en 2006 resulta ridícula para todos aquellos que entienden de qué se trata esta agrupación, y si se siguen una cronología de hechos y se realiza un análisis serio del desarrollo del grupo.
Los Zetas no eran en 2006 un “cártel de la droga” como aquel que está en la mente de muchos que no conocen del tema, pero que ven muchas series de Netflix y se han adentrado en la narrativa estadounidense del “narco” y el “narcoestado”. No obstante que esta idea generalizada en el espacio público tiene demasiados problemas—como analizamos en textos anteriores (y tomando como referencia el trabajo de Oswaldo Zavala en el libro Los Carteles No Existen)—ni siquiera podríamos pensar en que los Zetas eran una organización de este tipo en el 2006. En otras palabras, los Zetas no eran una organización delincuencial con presencia y control del narcotráfico a nivel nacional como para financiar una campaña presidencial. ¿Se entiende ahora por qué el “reportaje” resulta tan faccioso?
En esos años, los Zetas existían como brazo armado del Cártel del Golfo, aún bajo el liderazgo de Osiel Cardenas Guillén que se encontraba preso en México. No fue sino hasta 2007, cuando Cárdenas fue extraditado a Estados Unidos, que los Zetas adquirieron cierta independencia y continuaron trabajando con el Cártel del Golfo en una asociación sui géneris que informalmente se llamó “La Compañía”. Es por lo tanto ridículo que se sugiera que Omar Treviño Morales (El Z-42), quien además tomó relevancia pública posteriormente, tuviera algo que ver con el supuesto financiamiento de Los Zetas a la campaña de AMLO. De hecho, la mención al Z-42, hace a la historia aún más inverosímil.
El argumento en sí parece demencial, si entendemos bien la lógica de operación de los Zetas, la configuración de la organización y el proceso de desarrollo en el tiempo de las organizaciones criminales en general. Los Zetas existían en ese tiempo como grupos de sicarios que tenían presencia en algunas partes del país, mantenían el dominio de la ciudad de Nuevo Laredo y eran básicamente una organización criminal que extraía rentas, y que más tarde se convertiría en una corporación criminal con una estructura administrativa mucho más horizontal y sin un liderazgo central claro. Los Zetas fueron básicamente una serie de empresas que operaban bajo la lógica militar y utilizaban la violencia extrema como parte de su modelo de negocios.
La idea de que los mal-llamados cárteles dominan procesos políticos y financian elecciones también llega después y responde a narrativas de dominio imperialista y a los intereses de ciertos actores estadounidenses—que llevan años proponiendo que las organizaciones mexicanas que se dedican al tráfico de drogas sean denominadas organizaciones terroristas internacionales. Ello podría justificar una intervención más directa en nuestro territorio de las agencias del vecino país del norte o incluso del ejército estadounidense, posiblemente con miras a ampliar el control geopolítico y de recursos geoestratégicos en el hemisferio americano.
Además de trabajos periodísticos poco rigurosos y sin sustento, se comienzan a multiplicar los reportajes que aseguraran la participación del crimen organizado en las elecciones a todo nivel en México. Incluso hay trabajos académicos serios que desafortunadamente tienen importantes problemas conceptuales—como los de Melissa Dell (https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/aer.20121637) o Amalia Pulido (https://digital.library.unt.edu/ark:/67531/metadc1248489/m1/173/) y otros—que contribuyen a generalizar la idea de que las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas influyen en las elecciones y por lo tanto en el poder político en el país.
Repetir esta idea, centrándose exclusivamente en lo que muchos denominan “carteles” u Organizaciones dedicadas al Tráfico de Drogas (DTOs, por sus siglas en inglés), sin detenerse a analizar la enorme complejidad del mundo criminal en México y atribuirlo todo al narcotráfico, alimenta la desinformación y es sumamente peligroso. Lo anterior contribuiría a avanzar la agenda imperialista estadounidense y de intervención (incluso la incursión a territorio mexicano por parte del ejército de Estados Unidos) al adscribir a los llamados cárteles una agenda u objetivos político-electorales. Ello alimenta, al mismo tiempo, la idea del narco-estado, ideal para los planes de expansión del vecino país del norte. ¡Cuidado!
Como mencioné anteriormente, algunos grupos y actores políticos estadounidenses han buscado incansablemente denominar a los “cárteles” de la droga mexicanos como organizaciones terroristas internacionales, lo cual justificaría la presencia directa de las agencias de seguridad de ese país—e incluso al ejército—en territorio mexicano. La discusión actual y la campaña sucia que desea vincular al gobierno de AMLO con “el narco”, lejos de apoyar las aspiraciones de los candidatos opositores en 2024—que son bastante malos y no representan a las mayorías en México—apoyaría las pretensiones de los grupos más conservadores y anti-mexicanos de Estados Unidos.
Mediante esta burda estrategia electorera, se le adscribe de facto amplísimo poder político y una agenda política a cualquier grupo del crimen organizado de origen mexicano—pues el término “cártel” representa un concepto bastante amplio y abstracto que puede ser utilizado para denominar a todo grupo delincuencial en México, aunque no sea de incumbencia para Estados Unidos y su “guerra contra las drogas”. Esto es sumamente peligroso. Así, la oposición le hace indirectamente el trabajo sucio a los grupos más intervencionistas y anti-mexicanos en Estados Unidos—y sobre todo a Donald Trump y los trumpistas—quienes, al igual que #LordMontajes y sus aliados y financistas, desinforman y le faltan al respeto a la inteligencia del pueblo mexicano.
Guadalupe Correa-Cabrera
https://www.sinembargo.mx/author/guadalupe-correac
Guadalupe Correa-Cabrera. Profesora-investigadora de Política y Gobierno, especialista en temas de seguridad, estudios fronterizos y relaciones México-Estados Unidos. Autora de Los Zetas Inc.
NOTAS RELACIONADAS
NUEVAMENTE AMENAZA ARANCELARIA
AQUÍ RÍO BRAVO/ Por Daniel Enrique ROMERO ALEMÁN
«ENTRE LINEAS»/ POR: LIC. JORGE ARANO