8 de enero de 2025

Oficina Fiscal de Reynosa

Por Oscar Díaz Salazar

Desde el tiempo en que la señora Norma Martínez viuda de Pérez fue Jefa de la Oficina Fiscal del Estado en Reynosa, hace más de veinte años, he leído que la recaudación en este municipio es la más grande, respecto a lo que captan los otros cuarenta y dos municipios.

Desde la década de los noventas del siglo pasado, los contribuyentes victorenses tenían tres lugares para pagar sus impuestos estatales, obtener placas y refrendos, y sacar la licencia de manejo; las opciones eran la sede oficial de la Oficina Fiscal, el edificio “Tiempo Nuevo” y una oficina alterna en un centro comercial cercano a la central de autobuses.

En contraste, en Reynosa solo existía una oficina, que de operar en el primer piso del edificio sede del gobierno municipal, pasó a ocupar un local en el centro de la ciudad, de ahí a una nave comercial con buena ubicación pero sin estacionamiento, hasta llegar al gobierno de Francisco N que lo dejó en un edificio construido para ese propósito.

Aunque hoy funciona en un edificio decente, moderno y muy nuevo, no se requiere ser experto para observar que ese lugar es insuficiente para el volumen de operaciones y el número de contribuyentes que utilizan la Oficina Fiscal de Reynosa.

Es evidente que se ocupan por lo menos dos sedes de la Oficina Fiscal con capacidad de atención igual a la única de la que hoy disponemos.

Pero que la demanda de servicios en la Oficina Fiscal de Reynosa sea muy superior a la capacidad de atenderlos, no preocupa a los titulares ni a los jefes de la dependencia, antes al contrario les facilita el lucro con la práctica de eso que coloquialmente llamamos “coyotaje”, que consiste en cobrar por agilizar los trámites.

Es un absurdo que los reynosenses paguen para cumplir sus obligaciones, es decir pagan a un particular para poder pagar al Estado, o para sintetizar: pagan para pagar. Yo entendería perfectamente si el “apoyo” fuera para obtener un beneficio, una beca, el acceso a un programa, un descuento, etc., pero ¿pagar para poder pagar?

El asunto de los coyotes, que están vivitos, actuando y aullando en la Fiscal de Reynosa, no los inventó ni los crió el actual jefe, Marcelo Olán, pero hoy es su responsabilidad que sigan “facilitando” la vida a los contribuyentes, que muchas veces terminan contratando sus servicios ante la incapacidad sistemática de la institución para atender el volumen de operaciones que el público demanda.

A manera de ejemplo les digo que para tramitar las licencia de manejo sólo se expide, muy temprano, un número limitado -creo 200- fichas para los que podrán hacer el trámite en ese día… el resto debe darle “para el refresco” a los empleados (coyotes) que con los argumento$ apropiados encuentran un espacio para darles la atención.

Es obvio que del personal de la Oficina Fiscal no saldrá la iniciativa ni se hará la gestión para crear las oficinas alternas que necesita Reynosa, pues la situación actual les representa un negocio muy lucrativo y la excusa perfecta para ser ineficientes, porque realmente están rebasados y por mucho.

Para los que tienen la buena costumbre de exigir “nombres” a quienes hacemos denuncias sin señalar responsables, les diré que la manada de coyotes reconocen como el alfa, el líder, a su madrina la diputada Olga Juliana Elizondo… y por supuesto que no es ajena y si responsable, al menos por omisión, la tesorito Adriana Lozano, secretaria de Finanzas del gobierno de Tamaulipas.