Por Oscar Díaz Salazar
Escribo estos comentarios cuando ya pasaron cinco meses de la elección en la que Juan Antonio Treviño Vega, apodado «El Flaco», resultó triunfador en la contienda para definir al secretario general de la Sección 36 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Cinco meses es tiempo razonable para informar sobre lo que recibió, lo que encontró en malas condiciones e incluso para tomar las medidas pertinentes para resarcir daños, corregir entuertos y acusar a quienes tienen responsabilidades legales, si fuera el caso.
Más como nada hemos sabido del Flaco Treviño, opino que el líder de la 36 les debe a sus representados, y nos debe a los reynosenses, pues de muchas maneras lo que pasa en PEMEX y en su sindicato, nos incumbe a todos.
Nos debe el recuento de los daños que le hizo Moisés Balderas a la Sección 36 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Nos debe el inventario de los bienes muebles e inmuebles que por casi dos décadas usufructuó el antecesor en el cargo.
Nos debe la identidad de los integrantes del comité seccional, y la prueba de que son los mismos que lo acompañaron en su campaña, y no, como se dijo, incondicionales del Moi, encargados de garantizar que todo siga igual.
Nos debe la información sobre los negocios que hizo Moisés Balderas, como particular o empresario, aunque siempre valiéndose del cargo sindical.
Nos debe las denuncias a Moisés Balderas, ante las autoridades competentes, por la destrucción del recinto sede de la Sección 36 del STPRM.
Nos debe transparentar la información sobre la venta o alquiler de diferentes inmuebles que, siendo propiedad del sindicato, están y/o estuvieron en manos de particulares.
Nos debe la información de los recursos que recibió y del uso del dinero producto de las cuotas sindicales.
Nos debe la información sobre los contratos de prestación de servicios, suministros y obra que se han dado como concesión al sindicato, y que en el tiempo de Moisés Balderas fueron sub contratados a empresas particulares del propio Moisés y/ o prestanombres.
Nos debe cumplir con lo que ofreció en campaña de mantener puertas abiertas en el recinto sindical y acudir de manera cotidiana a las oficinas.
Le debe, a sus agremiados, la prueba de que no habría represalias para los que no votaron por su planilla y de que se haría justicia en los movimiento de los trabajadores, ascensos, permisos, licencias, contratos, asignación de plazas, promociones, etc,.
Les debe claridad y certeza, a sus agremiados, en el tema de la política partidista. Su ascenso al liderazgo sindical y la conclusión de un cacicazgo, no fueron producto de la casualidad; es el resultado de la intervención del gobierno federal para garantizar la democracia en la elección de las dirigencias sindicales. Y no es que pretenda que regresen los tiempos en los que el sindicato petrolero pagaba las campañas del PRI, eso no es posible, ni deseable, ni ético, ni legal, pero lo menos que se espera de este individuo, que resultó mal agradecido, es el apoyo moral al partido que creó las condiciones para su triunfo sindical.
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