Ratificación
¿Quién quiere que se vaya el viejito de la Presidencia? Yo no.
La cacaraqueada consulta pública para la ratificación del mandato pejidencial, siendo como es, una soberana vacilada, no cambiará en nada la permanencia de ALMO en Palacio Nacional.
Así pues, si la mayoría de los mexicanos vamos a votar para que se vaya, lo cual resulta prácticamente imposible, siempre se sacará un as de la manga.
En caso de que la mayoría vote para que se quede, tendrá la justificación que necesita para seguir adelante con su 4T.
Pero aún si nadie, o muy pocos van a las urnas ese día 10 de abril, ya se cuenta con aquel cliché que dice: “Bueno, esto es para que en lo futuro la ciudadanía tenga una herramienta con la cual pueda decidir si un presidente se queda o se va. Este es solo un cális”.
Pero yo no quiero que se vaya. Por lo menos que termine su sexenio y después se puede ir mucho a “La Chingada”. (Nota de la Redacción: Nuestro colaborador no está diciendo una procacidad, sino que así se llama la quinta que el Pejidente tiene en su natal Tabasco).
Había pasado algún tiempo sin que nos hiciera desternillar de risa con sus jocosas ocurrencias, pero lo que ocurrió durante la inauguración del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), estuvo de pelos.
Resulta que, estando en la moderna y fálica torre de control, la No primera Dama, Bety Gutiérrez le preguntó al operador en cuánto tiempo llegaba el vuelo inaugural.
El Operador le dijo que en más o menos cinco minutos.
La consorte del Pejidente no se pudo aguantar las ganas de recordar aquella gracejada del ex presidente Enrique Peña Nieto y dijo tímidamente: “No, menos, como… ja, ja, jaaaa”.
Los presentes no le vieron la gracia, y mucho menos ALMO, que permaneció con su cara de suela de zapato viejo.
¿Alguien se quiere perder esas gracejadas? Yo, definitivamente, no.
Desde que nació esta gustada columna, allá, por el 2014, siempre se ha pitorreado de los chistoretes que se avientan los presidentes y ex presidentes, desde Chente Fox, Calderón y Peña Nieto, hasta ahora, nuestra cabecita de algodón, que no les va en zaga.
¿Qué pasaría si los mexicanos deciden que se vaya?
Bueno, si definitivamente hace caso del mandato popular, podría dejar en su lugar a su carnal Marcelo Ebrard, que es más tieso que un calcetín de albañil, o a doña Claudia Shikitibum, con su cara de guarache de llanta, los cuales no tienen nada de chistosos.
Aunque yo quisiera que dejara a don Perfidio Muñoz Lelo, que es mucho más cotorro y por lo menos seguiría contagiando de buen humor y solaz a los millones de mexicanos que seguiríamos con atención sus inimitables consejas.
Pero, por favor, que no se le vaya ocurrir siquiera nombrar de sustituto al pedorro Frenández Norroña o al Perro Pantorrillero, porque entonces, sí me daría un patatús, combinado con soponcio, supiritaco y telele.
Por eso, mejor nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Posee mayor valor maligno por consabido que benigno por comprender”. (Más vale MALO por conocido que bueno por conocer).
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